viernes, 15 de julio de 2016

Mañana es ayer.

Somos aire.

El verano es nuestro y las nieves del pasado se derriten en nuestro sofá. 

Somos ahora. 

Los relojes bailan a mi compás desde que me enredé en tus raíces. 
De mi desastroso interior tu esquina siempre permanece impecable, resplandeciente, en calma. 
A ello me aferro. A su recuerdo me adheriré como bote salvavidas cuando la ciudad me ahogue. 

Nos destruirán. 

Los días, las cosas, las lunas. 
Playas y montañas se pondrán en nuestra contra. 
Surgirán de la tierra kilómetros de más como excusas tras un naufragio. 

Nos hundiremos. 

En el sonido sordo del agua nos buscaremos. 
Seremos buzos en busca de nuestro tesoro común. 
Sabremos entonces de la necesidad del oxígeno en pack individual. 
Saldremos arrastrándonos abandonados a islas diferentes. 

Y te esperaré. No sentada, ni parada. No detendré mi vida por ti. 
Quiero decir, tu esquina te esperará. 

Me ordenaré mil veces recordando tu calma, impecable, resplandeciente. 
Los kilómetros saldrán de la tierra como excusas tras el naufragio.
La arena, antes mar, unirá nuestras islas. 

Te encontraré y sabrás que me habías estado esperando. 
Sin detener tu vida, guardando en perfecto estado la esquina de desorden a mi nombre entre tu calma interior. 

Nos acurrucaremos en ella y,
como siempre,
tu sonrisa dejará inacabados mis poemas. 

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