sábado, 13 de junio de 2015

Creo que era poesía

He escuchado poesía, 
he leído poesía,
me he visto en poesía,
y he escrito algo que se le parecía. 

He nadado, entendido, amado poesía,
y me he ahogado en sus sueños
incluso a la luz del día.  

He visto la realidad distorsionada
por gente que no la creía,
y era triste, sosa y amarga;
era fría y no había cara descubierta. 

Me acerqué a la hoja en blanco
y, como al mejor de mis amigos,
le conté cómo sufría cuando veía
que el mundo se iba a la mierda
y ese barco se iba al naufragio con mi vida. 

Me dio una botella, 
me obligó a vaciarla en mis entrañas,
me dijo que me vaciara ahora yo en ella;
que las cartas de piratas
siempre encontraban firme tierra. 

Y es así como decidí desahogarme,
tirar mi agua por la borda,
mandar mensajes desde dentro
a un mundo sordo que me ignora. 

Decidí seguir viviendo
con los tumbos del maldito y gastado barco,
convertir mis penas en sirenas
y ahogarlas donde aún pudieran respirar. 

Desde entonces mancho blancos
con la tinta que me queda,
descubro mundos al segundo
aunque no lleve bandera. 

Y pienso seguir haciéndolo,
aunque en ello no haga huella,
aunque me marchite cual rosa,
y exprima mi ser hasta que duela. 

Parece mentira,
pero he encontrado la luna
que me llena. 

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